Historia

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La Senda de los Elefantes

Si alguna vez visitáis Logroño y os hablan de la senda, no os sintáis perdidos: es el sobrenombre que le damos cariñosamente los riojanos a La Laurel, haciendo uso de nuestro habitual sentido del humor. ¿Os imagináis por qué? Porque después de ir de ruta de bar en bar, de pincho en pincho y de vino en vino, es muy probable que al salir, ¡salgas trompa!

La calle Laurel discurre paralela a la de Bretón de los Herreros, lugar en el que se levantaban las antiguas murallas de Logroño hasta que fueron demolidas en 1862. Fue entonces cuando se decidió reconstruir las casas colindantes, dando origen a lo que hoy en día es la calle Laurel.

En aquella época no tenía acceso a la calle Bretón de los Herreros porque un edificio que se encontraba en lo que hoy es la Travesía del Laurel lo impedía. Debido a las quejas de los vecinos, que debían dar un largo paseo para poder acceder a la calle Laurel, el edificio se derribó en 1878.

Gracias al derribo se creó el bar más antiguo de Logroño, el ‘Blanco y Negro’, que hoy continúa siendo uno de los referentes de la Laurel con sus bocatitas de anchoa y pimiento verde.

Durante años los bares se fueron estableciendo en esta calle. Ofrecían vinos de la tierra y pequeñas raciones de embutido o queso. Poco a poco, se fueron especializando en diferentes pinchos, y nació el concepto del pincho estrella que la sigue caracterizando hoy en día.

Conocida también como ‘la Laurel’, hoy en día se ha convertido en la zona con mayor concentración de especialidades gastronómicas y de tapeo de toda la Comunidad. Lugar de encuentro y celebración, todo acaba y empieza en La Laurel: vermús en familia, tardes de pinchos para desconectar después de un día de trabajo, noches de cena con amigos… La Laurel es pura vida y alegría, el lugar perfecto para conocer el carácter sociable y amable de los riojanos.

Un lugar también en el que cualquier visitante, venga de donde venga, va a tardar poco tiempo en sentirse como en su casa, el espacio en Logroño en el que turistas y autóctonos comparten vivencias en un maridaje perfecto entre gastronomía elaborada con productos de la tierra y los mejores vinos de la denominación de origen calificada Rioja.