Cata de Vino

Jue, 27/02/2014

Todos sabemos que La Rioja es una de las regiones vitivinícolas por excelencia dentro del mapa mundial del vino. A lo largo y ancho del territorio, encontramos grandísimas extensiones de viñedos donde se cultiva nuestro más preciado producto: la uva.

Una de las partes más bonitas e interesantes del mundo del vino es la cata de los vinos. Ese ritual en el que degustamos una serie de «caldos» con el objetivo de aprender los matices y cualidades que definen a cada uno de los mismos, únicos en cada botella.

Cuando asistimos a una cata de vinos, no sólo empleamos el paladar para su degustación, sino que también tiene un papel fundamental tanto el olfato como la vista. En La Rioja, se creó hace unos años la «copa de Rioja» como copa oficial de la comunidad, aunque la copa recomendada para este tipo de eventos es la copa Afnor con una serie de medidas concretas. En los último tiempos, parece que está recobrando fuerza la copa Oenologue, una copa tipo balón de boca más ancha.

Con la intención de degustar los vinos en su ambiente ideal, la temperatura de los mismos es un factor fundamental. Así, se recomienda servir los vinos blancos jóvenes y cavas entre 6º y 9º, blancos con barrica y rosados entre 10º y 13º, tinto del año entre 14º y 16º, crianzas y reservas entre 16º y 18º y los vinos dulces entre 7º y 10º. La cata de vinos, una vez que éstos se han servido en las copas a su temperatura idónea, tiene una serie de fases en las que ponemos en práctica los sentidos que nos van a permitir descubtrir los secretos del vino:

  • Fase visual, observamos a través de la copa de cristal el vino, analizando su color, brillo y limpieza. Es recomendable sostener la copa por la base para que el perfume o el olor de las manos no interifera en la apreciación real, y siempre a contraluz o sobre un fondo blanco.
  • Fase oflativa, compuesta a su vez de tres momentos: sin mover el contenido acercamos la copa a la nariz para descubrir los aromas «primarios»; a continuación, movemos la copa sobre su propio eje para que florezcan todos los aromas propios del vino, su alcohol, sus matices, los denominados aromas «secundarios»; y, en tercer y último lugar, puede que al vovler a remover la copa obtengamos nuevos matices, identificados como aromas «terciarios» propios de crianza en barrica o en botella, y que conforman el «bouquet» del vino.
  • Fase gustativa, cuando se prueba el vino. Un peuqeño sorbo de vino con el que la lengua jugará en boca para analizar los cuatro sabores básicos que puede incluir: ácido, amargo, dulce y salado. También, es interesante emplear la técnica «retronasal» de modo que al dar el sorbo introducimos aire por la boca para expulsarlo por la nariz y apreciar sus aromas de mantequilla, cacao, regaliz, mora, manzana, madera…
    También, distinguimos tres tipos de cata:
  1. Cata vertical: diferentes añadas de un mismo vino.
  2. Cata Horizontal: vino de una misma añada pero de diferentes bodegas.
  3. Cata a Ciegas: vinos «tapados», de los que no sabemos bodega, añada, ni ningún otro dato.
    El mundo de la cata de vino es esencial para obtener un producto que se precie. Hoy en día, las catas que realizan los profesionales de las bodegas a lo largo del proceso de elaboración son las que permiten definir las cualidades del producto final. También, en las propias Bodegas realizan catas para turistas, una opción muy interesante para conocer no sólo la Bodega sino también el tesoro que se fabrica en ella.

Las Bodegas patrocinadoras de La Laurel son un buen ejemplo de ello. Así que os invitamos a descubrir una cultura que casi casi puede definirse como arte.

(Imagen via La Rioja Capital)