Después de los calores de mayo, este mes ha comenzado en Logroño con las fiestas de San Bernabé y con aguacero. Pero no nos aguó la fiesta, ni mucho menos. Como Gene Kelly cantamos bajo la lluvia, buscando un portal o un bar de La Laurel donde refugiarnos y, ya de paso, tomar unos vinos y unos pinchitos.
Llega el verano y aunque se resiste a aterrizar en Logroño, se ponga como se ponga, el 21 de junio tiene que estar aquí. Llegará el esperado sol, el calor y con él, los conciertos en el Casco Antiguo y actividades al aire libre. En definitiva, la vida en la calle.
La gente se anima a salir cuando el tiempo acompaña, cuando tras doblar una esquina, un rayo de sol te sorprende, cuando los balcones se llenan de flores, cuando las tardes se alargan y en ese rato hasta que cae la noche, disfrutas de una cerveza bien fresquita, de una buena conversación con tus amigos y de esos pequeños manjares que llamamos pinchos.
Es verdad, lo sabemos, en Logroño no hay playa, pero tampoco es que haga un calor que te abrases y tenemos otras cosas de nuestra cultura bien arraigadas y que tienen su miga. Esto del tapeo y los vinos es una de ellas. Lo único que varía según la estación del año es si dentro o fuera de los bares.
En verano, las cubas nos sirven de mesa y las entradas de los bares de La Laurel están repletas de cuadrillas y familias, que alrededor de unos pinchos se cuentan qué tal ha ido el día. Si todavía no has venido a Logroño en verano estás a tiempo ¡Te esperamos!
