Un Paseo por La Laurel

Lun, 16/06/2014

Con la llegada de la época estival a nuestra ciudad, el ambiente torna en positivo después de los meses de invierno. Las buenas temperaturas animan a «echarse» a la calle y disfrutar de más horas de día y de más buenos momentos con los seres conocidos.

Es costumbre, durante estos meses de verano, salir de la oficina a eso de las 20.00 horas aproximadamente y lanzarse a dar un paseo reconfortante por el centro de Logroño, disfrutando de los cálidos atardeceres (aunque no se vean en el horizonte) y de ese aroma especial que parece impregnar la estación veraniega. Conforme nos vamos acercando al casco histórico, el movimiento de personas se acentúa debido a la proximidad de una de las atracciones de la ciudad a estas horas: La Laurel. Trabajadores que acaban de finalizar su jornada, jóvenes recién salidos de las piscinas o de sus urbanizaciones, padres con sus hijos pequeños, peregrinos que hacen un pequeño pero obligatorio alto en el camino, turistas llegados de todas partes de España y de los países vecinos…

De repente, estamos en un pequeño espacio que se antoja cosmopolita formado por cuatro calles (Calle Laurel, Travesía del Laurel, Albornoz y San Agustín), reclamos de las guías gastronómicas de los portales de turismo que indican a sus viajeros dónde deben ir a degustar la gastronomía riojana en la capital Logroño. Los bares tienen abiertos sus locales de par en par, ventanas, puertas, de modo que emanan olores exquisitos deambulando por las calles de La Laurel y aledañas, las tertulias también escapan de las paredes y corren por las calles, los «holas» y «adiós» se repiten continuamente porque Logroño tiene ese algo especial, es como un ciudad pueblo, todos nos conocemos y el buen ambiente se palpa.

Tras deleitarnos con un par de pinchos y un par de Riojas, toca reitrarse al hogar porque al día siguiente de nuevo hay que ir a la oficina, pero el camino de vuelta es complaciente por haber disfrutado tanto con la cabeza como con el vientre.