Cuando Llega el Otoño a La Rioja

Mié, 26/11/2014

Cuando llega el otoño, La Rioja se convierte en un auténtico frenesí de colores que dibujan unos paisajes de auténtico ensueño, bañados por tonos añejos, ocres, amarillos, granas… Toda una oda a la belleza que cautiva a cualquiera de los mortales que tengamos la oportunidad de cruzar sus tierras.

Buena parte de este espectáculo se lo debemos a los viñedos, los cuales no sólo ofrecen vino sino que además nos alegran la vista con su inmensa paleta de colores. La sensación que vives al pasear entre estos parajes es de tranquilidad, relajo, pausa… son momentos que merecen la penar vivir y experimentar porque quedarán guardados en nuestra memoria.

Cuando llega el otoño, las calles de Logroño se vuelven más frías pero aguardan a la tristeza del invierno, tienen un algo especial que les da vida, invitan a caminar por ellas, a observar sus edificios. Las luces de la cercana Navidad ya adornan las principales arterias de Logroño, el olor a castañas asadas emana de los puestos castañeros haciendo las delicias de los transeúntes, los escaparates (pronto o no) comienzan a vestirse con los motivos propios de los días festivos que comenzarán en menos de un mes.

Cuando llega el otoño, La Laurel es el sitio perfecto para resguardarse de los tempranos fríos preludio del invierno que nos espera. Sus calles frenan los vientos procedentes del norte y albergan a las cuadrillas deseosas de disfrutar de su gastronomía y de sus vinos, de los calientes caldos que buena parte de sus establecimientos ya han incorporado en su oferta así como de pinchos y tapas y platos que, en esta época del año, buscan reconfortar las necesidades del visitante. Olores y sabores protagonizan un ambiente de ocio y disfrute envidiable, sencillamente necesario degustar.

Cuando llega el otoño, llega la magia.