Un Día Cualquiera

Mié, 29/10/2014

Un día cualquiera nos decidimos a dar un paseo por La Laurel, por alguna de las cuatro calles que hacen honor a su nombre y conforman su entramado. A ser posible, que sea en fin de semana porque, a pesar de que de lunes a jueves hay un gran ambiente, cuando llega el viernes la alegría de la zona se multiplica.

Por este motivo, decidimos salir un sábado hacia nuestro objetivo: La Laurel. En primer lugar, y como mandan los cánones, nos tomaremos unos vinos por los rincones emblemáticos de la zona, disfrutando de enriquecedoras conversaciones y, si tenemos suerte, escuchando algún cante popular como una jota riojana que el lugareño ha decidido entonar junto con su cuadrilla de «chatos».

Después de ese maravilloso vermut protagonizado por unos deliciosos vinos Rioja y algún que otro «pincho» marca de la casa, nos dirigimos a disfrutar de uno de los placeres más admirados en la ciudad de Logroño: una buena comida. Variada es la oferta de restauración de La Laurel, gracias a la cual la gastronomía riojana tiene presencia por nuestras calles no sólo en el formato clásico del «pincho». Un primero, segundo y postre casero, delicioso, nos dan pie a una sobremesa de tertulia mientras apuramos el café y chupito de orujo que ayudan a realizar la digestión.

Bueno, son casi las 17.00 de la tarde y La Laurel continúa «cobijando» a visitantes, así que para para prorrogar la conversación que habíamos dejado a medias en el restaurante decidimos poner la guinda a la jornada con un fresco y sabroso gin tonic en una de las terrazas aledañas a La Laurel y que forman parte de la propia Asociación.

Un par de horas transcurren mientras mantenemos un diálogo activo e interesante y observamos cómo el anochecer se apodera del cielo y nos surge una duda repentina: nos vamos hacia casa o aprovechamos ya que estamos en esta maravillosa zona de Logroño y nos obsequiamos con unos pinchos y vinos por La Laurel?